Mishima. L’aigua clara › The Rest Is Silence, 2022
En su noveno disco y más de veinte años de carrera a las espaldas, la banda barcelonesa Mishima bien podría haberse acomodado en el piloto automático y limitarse a seguir navegando en la ola de la popularidad perenne. Pero, más allá de que la conexión emocional con el oyente pueda desvanecerse en tal o cual canción, es innegable que este álbum halla al grupo en un estado de gracia en lo relativo a la búsqueda de ideas y ejecución de conceptos. La mayoría de los temas aquí propuestos presentan aspectos –ya sean vinculados a la letra, la composición, la producción, la instrumentación, etc.– que hacen de la escucha algo casi siempre interesante.
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“El gran lladre” es una cálida bienvenida al disco –una clásica examinación del proceso de escritura de canciones de amor, con esperables reflexiones sobre la fugacidad del tiempo– erigida sobre un sonido chamber pop donde asoma una entrañable melódica que dota al tema de un regusto nostálgico-vetusto. Lo que aparece en “Por de mi”, por su parte, es una flauta ney turca, utilizada de forma que se evita cualquier amago de orientalismo y que es introducida orgánicamente al tempo pausado de la canción (con un arpegio que a muchos les recordará a “Cherry Blossom Girl” de Air), cuyo dramatismo concluye en un diálogo entre guitarra y violonchelo. Más vibrante y esplendorosa es “Sé que ets tu”, cuyo pegadizo estribillo consigue cierta épica sin por ello abandonar la intimidad trazada en las primeras pistas; y es grata la inclusión de sintetizadores ochenteros bajo las pinceladas líricas de David Carabén sobre el efecto de la tecnología en las relaciones sentimentales.
El jugueteo instrumental prosigue en “Gener sobri” (pieza sobre la superación de una adicción), donde el bajo se pasea acompañando la díada acústica-banjo. Esa canción también innova con sus cambios de ritmo (pasando de una especie de galope a una especie de vals). Similarmente creativa en su estructura es la veraniega “Cotó”, un menjunje de influencias y sonidos varios que presenta secciones diferenciadas (incluyendo la irrupción de una guitarra surfera condimentada con castañuelas, o un pasaje de celestiales armonías vocales a lo Beach Boys). No es esa, sin embargo, la pieza donde dejan más claros sus referentes. En “Ens crèiem únics”, la pista más despojada de ornamentos (prácticamente un tour de force de Carabén en solitario) regresan a la poesía de Joan Vinyoli; el crujido guitarrero y compás destartalado de la instrumental “Vapor”, que cierra el disco, parecen un saludo jovial a los Pixies, y “El llibre de l’amor” es una adaptación directa de una de las creaciones más conocidas de The Magnetic Fields. Es una versión más llena y opulenta que el crudo original, donde resulta especialmente mágico asistir a cómo Carabén (cuya voz y la de Stephin Merritt tienen cierto parentesco) traduce –y por lo tanto transforma– las palabras y su dicción (esos alargados “you” and “I” que mutan en “tu” y “a mi”).
Aunque el esmero por la producción nunca decae, hay algunos momentos de relativo estancamiento compositivo a mitad del disco, quizá porque el grupo nos redirige a terrenos más conocidos o propuestas más previsibles sin esos destellos de brillantez ya mencionados. “Un lloc que no recordi”, por ejemplo, es una apuesta segura de pop bailongo con ecos a la Inglaterra de los 80: eficaz pero un poco inerte. “God’s Move (Lee Sedol)” insiste en los sintetizadores puntuales e introduce otro arpegio (esta vez más soleado) para contar la historia del campeón surcoreano de go que perdió contra una máquina, y si bien incluye perlas líricas (“el silencio exasperante de un algoritmo tan sencillo”) y arreglos competentes, es víctima de una falta de dinamismo. También podría alargarse un poco “Mia Khalifa”, aunque es digno de mención el contraste que establece la banda entre la figura titular con las melodías simples, casi naíf, de los instrumentos.
El tiempo dirá qué canciones de “L’aigua clara” transcienden y pasan a ocupar un lugar privilegiado en el imaginario colectivo de los fans o los repertorios en directo habituales del grupo. Pero lo cierto es que, en su conjunto, constituyen un álbum que insiste en ser accesible a la vez que rechaza ser simple: una negociación bien resuelta (y no es decir poco), quizá con sus inevitables altibajos, pero fruto de la pasión y la inteligencia.