Mishima y el que fuera líder de Antònia Font, Joan Miquel Oliver, cruzan sus órbitas este sábado en Calella
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
SÁBADO, 15 DE AGOSTO DEL 2015
Dos de las identidades estelares del moderno pop en catalán se citan este sábado en Calella de Palafrugell: un grupo, Mishima, que vive días de plenitud artística y afronta un parón operativo y un debate interno sobre sus próximos pasos a seguir, y un solista, el mallorquín Joan Miquel Oliver, emancipado de otra banda reconocida, Antònia Font, que saca partido de su actual independencia. Doble cartel con tres horas de música en el Festival de Cap Roig (22.00 horas).
Aun con sus diferencias de estilo, Mishima, a partir de la voz y las canciones de David Carabén, y Joan Miquel Oliver, que fue compositor y guitarrista de Antònia Font, son corresponsables del auge del pop en catalán en la última década, y ambos viven días de cambios. Carabén ofrece recitales en solitario (asociados a su libro La forma d'un sentit), que compagina con los bolos de Mishima, mientras duda sobre el futuro de la banda. «Después de siete discos tenemos la sensación de qué hemos llegado a un lugar, y ahora debemos decidir si seguimos ahí o nos movemos. Pensamos qué podemos ofrecer a partir de ahora», explica el cantante y guitarrista. Oliver, por su parte, dice disfrutar del liviano formato de trío con el que defiende su reciente y galáctico disco Pegasus. «Me permite hacer variaciones, improvisar... Si la gente se lo pasa bien con una canción, la alargamos, repetimos el estribillo... Eso con Antònia Font era más difícil», explica. Días atrás, en Menorca, su teclista, Jaume Manresa, no pudo actuar, y Oliver lo suplió... ¡con un segundo batería, Mané Capilla (Sunflowers)! «Salió un concierto divertido, sambero... Me gusta esa versatilidad».
Pausa reflexiva
Mishima, que en Cap Roig actuará, por primera vez, con un trío de metales, no enlazará esta vez su fin de gira con la grabación de un disco. ¿Parón temporal, indefinido...? «Ponerle nombre le daría solemnidad, pero sí que queremos darnos un poco más de tiempo. Los últimos ocho años han sido intensos», señala Carabén. La idea de un disco en solitario no parece una opción clara. «Es un clásico del rock, ¿no»?», ríe. Los logros alcanzados con el grupo de su vida pesan. «Aunque los recitales en solitario, con mis adaptaciones de Vinyoli y las versiones de Brassens y Randy Newman, me gustan, no es esto por lo que he estado trabajando todos estos años. Y si hiciera un disco en solitario imagino que se parecería demasiado a Mishima. No me muevo por ningún planning propio de una mente preclara», reflexiona. El grupo actuará en el Fòrum, dentro del BAM, en septiembre, y seguirá actuando hasta fechas navideñas. Luego ya se verá.
Sin mirar atrás
Mientras Carabén busca el modo de gestionar el vínculo con su grupo, Oliver canta las bondades del divorcio. «Estar en un grupo tantos años tenía un punto antinatural», opina. «Tienes éxito, pero no quieres estar toda la vida haciendo lo mismo». Dice no estar al corriente de estas cosas, pero algún festival ha tanteado a su mánager con propuestas de reunión de Antònia Font. «No tiene sentido. ¡No hace ni dos años que nos separamos! Sería un fraude», subraya. El repertorio del grupo se mueve: Patxanga suena ahora en un anuncio de Damm Lemon. «La canción tiene casi 15 años. No creo que nos perjudique. Si fuera para una inmobiliaria...», ironiza.
Ambos cruzarán caminos en Cap Roig, festival con prestaciones de producción «estratosféricas, las mejores», según Oliver. «Un lugar al que vas a dar lo mejor de ti más que a hacer experimentos», apunta Carabén. Son dos entidades artísticas distintas pero compatibles. «Como dicen en Mallorca, la sandía y el melón», ilustra el exlíder de Antònia Font. ¿Con qué fruta se queda él? «Con la sandía, informal y pachanguera».
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