Magazine de La Vanguardia: Brillante felicidad



Arriba, de izquierda a derecha: Marc Lloret (teclados), David Carabén (voz y guitarras) y Dani Vega (guitarras); abajo, Xavi Caparrós (bajo) y Alfons Serra (batería)
Las cuidadas letras del grupo Mishima –que toma su nombre del escritor japonés– hablan sin complejos de la desgracia, el romanticismo o la pasión amorosa (su leitmotiv). Tras la publicación de su sexto álbum de estudio, L’amor feliç (El amor feliz), el quinteto barcelonés ha multiplicado elogios y seducido a nuevos fans con directos efervescentes, repletos de delicado romanticismo y estallidos contundentes a medio camino entre el pop, el rock y el folk. 

Sobre la mesilla del vocalista, guitarrista y compositor, David Carabén, un manual de guitarra, la novela caballeresca Curial y Güelfa (que lee a ratos, en el iPad) y Homo ludens, del historiador neerlandés Johan Huizinga, que “habla de que todo el desarrollo de la cultura nace del jugar”, explica sonriente. Él es muy despistado, pero cree que “la distracción es el punto de partida de la imaginación y la creatividad”. Tampoco se impone horarios para componer, “voy robando tiempo a la vida –comenta tras sus eternas gafas–, de repente se me presenta una tarde en la que no tengo a los niños ni a mi mujer en casa, tengo dos horas y nace una canción o sigo desarrollando una que ya tenía…”. 

¿Qué escucha para estar de buen humor? “The Ink Spots, un grupo de los años cuarenta que cantaba hits de la radio, como el dúo con Ella Fitzgerald Into Each Life Some Rain Must Fall”. Desde su formación en 1999, Mishima se ha convertido en un grupo de artesanos solvente que exporta pop de autor en catalán, aunque en sus inicios utilizaron el inglés. Serenidad y ardor; violencia y calma. Actuarán el 20 de septiembre en Tarragona y el 19 de octubre en Terrassa (Barcelona). Ya piensan en el 2013. “Y que no pare la cosa”, desea Carabén.