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"Cantar en catalán y hacer canciones de amor también es hacer política"
El líder de Mishima explica el proceso de creación de 'L'amor feliç', disco extremadamente cuidado en letra y sonido que el quinteto presentará en una pequeña gira por teatros de la isla. Hoy lo hará en Porreres, mañana en Sa Màniga
m. elena vallés. palma
–El disco es L'amor feliç pero la canción de Georges Brassens que la banda ha adaptado para la ocasión es No existeix l'amor feliç. ¿Es intencionada esa contradicción?
–Sí. Incluso dentro de la canción de Brassens existe dicha contradicción. En un verso se dice que el amor fue feliz durante un breve momento. El objetivo de este disco era introducir la duda de si existe o no el amor feliz. También es la broma de decir que el amor feliz existe, sí, y es un disco de Mishima que dura 42 minutos. Por otra parte, creo que la canción popular es un género creado prácticamente para hablar del amor. Desde el momento en que se deja de cantar al Señor y se canta a la amada es cuando la música deja de estar en la iglesia y sale a la calle.
–En este disco, las guitarras eléctricas y el teclado tienen más peso. ¿Es cosa suya o del productor Paco Loco?
–Éste es el tercer disco que hacemos con Paco. Y de alguna manera vas aprendiendo a trabajar con él. Ya compones incluso teniendo en cuenta el estudio. En realidad, se trata de ir conociendo cada vez más tu propio material. A noso-tros nos va bien Paco por el tipo de música que hacemos: nos va bien que el productor no nos ponga tanto en duda como que sea alguien que nos ayude a encontrar los colores del disco. Y, en efecto, Paco tiene muy buenas guitarras y es muy buen guitarrista. Me gusta que nuestro guitarrista [Dani Vega] se sienta desafiado por Paco. Eso es positivo.
–¿Ha sido complicado traducir a Brassens?
–No. Traduzco habitualmente canciones de otros artistas como ejercicio para mantener en forma mi capacidad de versificar en catalán. Tengo muchas traducidas. Temáticamente optamos por la de Brassens porque estaba en consonancia con mis intereses y porque la banda la adaptó muy bien. Por otra parte, creo que es un buen autor para reivindicar. Está entre los cinco mejores escritores de canciones del XX.
–¿Se escribe mejor de resaca? Lo digo por el título de su primer sencillo.
–Se escribe mejor sin porque molesta. Eso sí: si una canción la aguantas con una resaca es que es buena.
–Usted es una persona compleja, con un trabajo intelectual, que reflexiona sobre la vida. ¿Es feliz?
–Sí que lo soy porque tengo la posibilidad de hacer lo que quiero. También me han dado instrumentos para disfrutar de la comida, de la compañía, de la música, del fútbol y los libros. Por otra parte, creo que una guitarra es un ticket para la felicidad.
–Una de las discusiones en el pop actual es la retromanía. ¿Le interesa sonar moderno?
–Me interesa sonar de verdad y bonito. Me interesan la verdad y la belleza. Es lo que uno busca más que sonar retro o futurista. A la hora de componer, es importante dominar y saber mucho sobre el significado de cada sonido y las connotaciones que despierta en la mente del que escucha.
–¿Qué se sabe después de dar mil conciertos que no se sepa después de escuchar mil discos?
–La música está hecha para encontrarse con los otros. Es una manera de estar en sociedad. Con los discos te quedas solo en casa. La música es un compromiso con la realidad.
–Sus canciones desprenden mucha sensibilidad. ¿Le salen mejor a las 8 de la mañana o a las 2 de la madrugada?
–Creo que uno ha de esforzarse en escribir a todas las horas del día y en todas las situaciones vitales para sonar más verdadero. Si uno escribe partir de la tarde o la noche, cuando le entra el spleen, se pone demasiado nostálgico. A mí me pasaba y me di cuenta de que fallaba algo: me salía una música más nostálgica de lo que yo era en realidad.
–¿Permitiría que algún político o que el gobierno catalán hiciera un uso político de su grupo o del pop català en bloque?
–Nosotros venimos de una época en que el fenómeno del rock català era muy reciente. Recuerdo que se criticó mucho porque se había politizado demasiado. En nuestro caso, intentamos separar siempre esas cuestiones. El hecho de cantar en catalán y cantar los temas que cantamos y cómo los cantamos ya es un modo de hacer política también, pero es otro tipo de política. Lo que pasa es que en este país nos caracterizamos por un mal uso del partidismo. Los partidos son demasiado importantes en nuestra democracia.
–Sí. Incluso dentro de la canción de Brassens existe dicha contradicción. En un verso se dice que el amor fue feliz durante un breve momento. El objetivo de este disco era introducir la duda de si existe o no el amor feliz. También es la broma de decir que el amor feliz existe, sí, y es un disco de Mishima que dura 42 minutos. Por otra parte, creo que la canción popular es un género creado prácticamente para hablar del amor. Desde el momento en que se deja de cantar al Señor y se canta a la amada es cuando la música deja de estar en la iglesia y sale a la calle.
–En este disco, las guitarras eléctricas y el teclado tienen más peso. ¿Es cosa suya o del productor Paco Loco?
–Éste es el tercer disco que hacemos con Paco. Y de alguna manera vas aprendiendo a trabajar con él. Ya compones incluso teniendo en cuenta el estudio. En realidad, se trata de ir conociendo cada vez más tu propio material. A noso-tros nos va bien Paco por el tipo de música que hacemos: nos va bien que el productor no nos ponga tanto en duda como que sea alguien que nos ayude a encontrar los colores del disco. Y, en efecto, Paco tiene muy buenas guitarras y es muy buen guitarrista. Me gusta que nuestro guitarrista [Dani Vega] se sienta desafiado por Paco. Eso es positivo.
–¿Ha sido complicado traducir a Brassens?
–No. Traduzco habitualmente canciones de otros artistas como ejercicio para mantener en forma mi capacidad de versificar en catalán. Tengo muchas traducidas. Temáticamente optamos por la de Brassens porque estaba en consonancia con mis intereses y porque la banda la adaptó muy bien. Por otra parte, creo que es un buen autor para reivindicar. Está entre los cinco mejores escritores de canciones del XX.
–¿Se escribe mejor de resaca? Lo digo por el título de su primer sencillo.
–Se escribe mejor sin porque molesta. Eso sí: si una canción la aguantas con una resaca es que es buena.
–Usted es una persona compleja, con un trabajo intelectual, que reflexiona sobre la vida. ¿Es feliz?
–Sí que lo soy porque tengo la posibilidad de hacer lo que quiero. También me han dado instrumentos para disfrutar de la comida, de la compañía, de la música, del fútbol y los libros. Por otra parte, creo que una guitarra es un ticket para la felicidad.
–Una de las discusiones en el pop actual es la retromanía. ¿Le interesa sonar moderno?
–Me interesa sonar de verdad y bonito. Me interesan la verdad y la belleza. Es lo que uno busca más que sonar retro o futurista. A la hora de componer, es importante dominar y saber mucho sobre el significado de cada sonido y las connotaciones que despierta en la mente del que escucha.
–¿Qué se sabe después de dar mil conciertos que no se sepa después de escuchar mil discos?
–La música está hecha para encontrarse con los otros. Es una manera de estar en sociedad. Con los discos te quedas solo en casa. La música es un compromiso con la realidad.
–Sus canciones desprenden mucha sensibilidad. ¿Le salen mejor a las 8 de la mañana o a las 2 de la madrugada?
–Creo que uno ha de esforzarse en escribir a todas las horas del día y en todas las situaciones vitales para sonar más verdadero. Si uno escribe partir de la tarde o la noche, cuando le entra el spleen, se pone demasiado nostálgico. A mí me pasaba y me di cuenta de que fallaba algo: me salía una música más nostálgica de lo que yo era en realidad.
–¿Permitiría que algún político o que el gobierno catalán hiciera un uso político de su grupo o del pop català en bloque?
–Nosotros venimos de una época en que el fenómeno del rock català era muy reciente. Recuerdo que se criticó mucho porque se había politizado demasiado. En nuestro caso, intentamos separar siempre esas cuestiones. El hecho de cantar en catalán y cantar los temas que cantamos y cómo los cantamos ya es un modo de hacer política también, pero es otro tipo de política. Lo que pasa es que en este país nos caracterizamos por un mal uso del partidismo. Los partidos son demasiado importantes en nuestra democracia.